jueves, 10 de septiembre de 2009

CRITICA DE LA PELICULA "LAS VIUDAS DE LOS JUEVES" DIARIO LA NACION

Dinero, trivialidad y vidas vacías


Marcelo Piñeyro narra la crisis económica, social y moral que atraviesa los muros de un barrio cerrado

Calificación LA NACION***

Las viudas de los jueves, (Argentina-España/2009, color). Dirección: Marcelo Piñeyro. Con Ernesto Alterio, Juan Diego Botto, Gloria Carrá, Ana Celentano, Pablo Echarri, Leonardo Sbaraglia, Gabriela Toscano, Juana Viale. Guión: Marcelo Piñeyro y Marcelo Figueras, sobre la novela de Claudia Piñeiro. Fotografía: Alfredo Mayo. Música: Roque Baños. Edición: Juan Carlos Macías. Presenta Alfa. 122 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años. 
Nuestra opinión: buena

Metáfora sobre el resquebrajamiento económico, social y moral que puso fin a la década de los 90 y estalló en crisis; descripción minuciosa y crítica de un microcosmos (el de los countries) como falso paraíso donde reinan el dinero, la apariencia y la hipocresía; reflexión acerca del vacío interior a que conduce una vida orientada hacia el mero bienestar material en un mundo en que todas las certezas tambalean.

Tras ese ambicioso triple objetivo y de su traducción en términos dramáticos, Las viudas de los juevesarranca con un hecho trágico -la muerte, accidental o no, de tres hombres residentes en un lujoso country de las afueras de Buenos Aires durante los días previos al estallido social de 2001- y a partir de allí busca sus raíces reconstruyendo las múltiples historias que lo precedieron.

Las parejas

Empresa nada fácil por cierto, en la medida en que al ensanchar el campo de observación -cuatro matrimonios jóvenes que han sostenido hasta ahí una relación formalmente amistosa, más todos los secretos, miserias, mezquindades y vergüenzas que ocultan-, resulta casi inevitable que se pierda espesor en el retrato de cada personaje; que aun tratándose de un relato coral unos cobren mayor relieve que otros y que deba recurrirse varias veces al diálogo explicativo para exponer en palabras lo que debería sugerirse a través de los comportamientos. Un silencio, un gesto, un detalle en la puesta en escena, un punto de vista de la cámara pueden ser, ya se sabe, más elocuentes que las palabras.

En ese sentido es mucho lo que se exige de los actores, y ellos -aun con altibajos- responden, aunque a veces no baste su compromiso para lidiar con textos discursivos (como le pasa, entre otros, a Pablo Echarri cuando debe pronunciar el parlamento clave que revelará el misterio de las muertes).

Marcelo Piñeyro ha dado más de una prueba de su mano firme para dirigirlos, tanto como de su pulcritud formal y de la habilidad con que sabe calibrar los aportes de la luz, la escenografía, la música y los restantes rubros técnicos. El film sale beneficiado de ese oficio, y si comienza con una parsimonia que parece contagiarse de la apática inercia reinante entre gente que disimula su desazón bajo la trivialidad y tampoco descarta apuntes bastante obvios, crece de a poco en vibración, sobre todo cuando intervienen los personajes más vitales y mejor definidos: la pareja Sbaraglia-Toscano, o la que componen Vera Spinetta-Camilo Cuello Vitale, los adolescentes que al menos son conscientes del encierro y todavía confían en la posibilidad de salvarse. Fernando López 

Fuente_ Diario La Nacion Jueves 10 de setiembre de 2009 | Publicado en edición impresa 

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