viernes, 3 de julio de 2015
GABRIELA TOSCANO:
"YO QUERÍA SER MONJA"
En los ‘80 impactó mostrando el cuerpo. Y ahora brilla en la
tira "Esperanza Mía" como religiosa. Es cumplir un viejo sueño.
Para muchos la imagen está intacta y la fantasía, viva.
Basta mencionar su nombre en una reunión para que la mayoría de los hombres
detalle esas escenas de película, donde ella, Gabriela Toscano –joven y bonita,
de 18 años–, mostraba las lolas en El exilio de Gardel y en Sur,
ambas dirigidas por Pino Solanas. Ante el recuerdo, la actriz se sonroja y
confiesa: “Eso me trajo muchos dolores de cabeza, señores. Pino se envició: me
hizo desnudar en las dos pelis (risas). A ver: yo le mostraba las lolas a un
actor como símbolo de la libertad, de la democracia, eran los 80. Y la escena
duraba segundos. Me acuerdo de que le había pedido a Pino que no hubiera nadie
en el set y eso me lo respetó. Era muy chica. Pero bueno, duraba nada la
escena: corría la sábana, me levantaba la remera y se veían las lolas”,
rememora algo vergonzosa.
¿Por qué te trajo muchos dolores de cabeza?
Porque era muy fuerte. Porque había muy pocos desnudos. Tampoco había carteles en
la calle con chicas en corpiño y bombacha. Era un país gris. Y cada vez que un
hombre me hablaba, su vista no iba a mis ojos, iba al pecho y yo me empecé a
cerrar, a meterme para adentro. Me acuerdo de que me habían ofrecido Playboy.
“¿Playboy?”, pregunté en ese entonces. Y en ese sentido, sí soy una persona
vergonzosa. Veía que la cosa viraba para ese lado y me puse parca.
Quedó en la retina de muchos...
Yo no lo borré tampoco, pero me convertí en lo que yo quería, no en el deseo
del afuera. Como mujer fue importante para mí romper esas barreras y
transformarme en la actriz que el año pasado hizo Macbeth con Vanesa González,
o el anteaño Love Love Love, o Hamlet la metamorfosis, en
teatro.
Toscano sigue siendo una linda mujer. Su piel luce radiante
a pesar de tener una vida entre maquillajes y luces artificiales. Una clave es
que no toma sol porque le molesta la luz y además tiene una teoría. “La
naturaleza me ayuda mucho. También, lo familiar y la profesión porque ser actor
es imaginar, fantasear y eso alimenta que uno esté joven de espíritu”, señala
con 45 años de trayectoria y menciona a su mamá Teresita, que tiene setenta y
pico y “está bárbara”. Su papá murió hace años.
Los Toscano son uruguayos. Gabriela nació en Montevideo, pero al poco tiempo
surgió una posibilidad de trabajo para su papá en Buenos Aires y se vinieron
para acá. “Primero nos instalamos en Belgrano, en Pampa y Libertador. Mi abuelo
era canchero, el que cuida y riega las canchas de varios clubes y nos
instalamos cerca de donde él estaba. Ahora vivo en Saavedra”, apunta. Estudió
en un colegio religioso y admite que, de chica, “soñaba con ser monja”. No
cumplió su sueño en la realidad, pero sí en la ficción. Va por la tercera monja
de mentirita. La primera fue en el programa Mundo de muñecas (1988),
con Aldo Pastur, y tiempo después hizo de madre superiora en la obra La
duda (2006), junto a Fabián Vena. Hoy se pone el hábito para ser la
hermana Clara enEsperanza Mía, la novela que es un éxito en El Trece y que la
semana que viene tendrá su versión teatral. Es un personaje clave ya que hace
de madre de Lali Expósito. Toscano ya tiene sus fans, que la adoran al igual
que a Lali, la protagonista. “Nunca habíamos trabajado juntas y pegamos buena
onda enseguida. Lali tiene una energía especial”, cuenta y agrega: “Tuve club
de fans cuando hacía Media falta y, en Rosa de lejos, me
mandaban cartas”.
¿Y por qué querías ser monja cuando eras chica?
Creo que tiene que ver con el tema del ritual, de lo religioso, de estar
conectado con Dios, de tratar de ser mejor persona, más cuando uno es chico.
Tenía esa fantasía a los 12 años, después encontré mi vocación. Siempre digo
que siendo actriz puedo ser monja, médica, ama de casa, arquitecta,
estudiante...
¿Eras buena alumna?
Una colgada, un desastre. A los 4 años ya trabajaba así que hice las dos cosas
hasta que abandoné en primer año. Retomé al año siguiente, pero dejé. No es un
mérito abandonar porque el secundario te prepara y te da mucha información que
uno usa después. Te ayuda a tener orden, disciplina...
¿No pudiste terminarlo en otro momento?
Me resultaba costoso y, además, yo no entendía cómo era estudiar. Estaba
desarrollando algo que era ser actriz y tenía que ver con intuición, con
juegos, nada que ver con libros y estructura. Pero me equivocaba. Esa
estructura te sirve cuando tenés que hacer un gran personaje, como una obra de
Shakespeare, por ejemplo.
¿No te cansaste de actuar?
Sí, a veces digo: “Basta, no quiero actuar más”... pero sigo.
Aún en carrera, este año decidió meterse de lleno en la
pantalla chica. Después de cuatro años de no hacer tele y diez, sin ficción
diaria, las jornadas arrancan al alba. “Me levanto a las seis de la mañana, me
visto y salgo. Entro a las ocho y cuarto a Pol-ka, y desayuno en el trabajo.
Termino a las seis de la tarde y voy para casa. Ahí empieza otra movida: la
limpieza de la casa, alguna cuenta que pagar y hacer la comida”, detalla. Pero
Toscano tiene sus pasiones menos conocidas: adora las huertas; no tiene una
propia, aunque disfruta cada vez que va al campo de amigos y planta semillas de
tomate. También le gusta tejer suéteres de lana o preparar roscas de pascua.
Pero hay más y, acá sí, sorprende: “Voy mucho a la ferretería porque me gusta
meterme en lugares que no tienen que ver con los míos. Yo soy la que me ocupo
si se rompe el cuerito de la canilla o una lámpara o el filtro del auto”.
Sos una mujer orquesta. ¿Y cuidás tu cuerpo? ¿Hacés
gimnasia, yoga?
En una época, antes de empezar Amas de casa desesperadas iba al
gimnasio un montón y hacía dos clases y corría en la cinta. También hice yoga
un tiempo.
Y a la noche, después de todo lo que hacés, ¿ves el
programa?
Al principio me daba cosa. No soy de chequearme mucho. Me pasa que, cuando
estoy haciendo la escena, voy viendo cómo viene. Me gusta mucho la prueba y el
error en el momento. Creo que lo más interesante de la actuación es corregir,
buscar. Hay un acto muy creativo.
¿Por qué aceptaste ser parte de Esperanza Mía?
Me gustó volver al horario de las nueve de la noche. Trabajé mucho tiempo en
unitarios, a las 23, y quería cambiar. Yo siempre digo que la carrera es larga
y me gusta tener un público nuevo. Además, me gustaron mucho el elenco y el
personaje: una madre que tiene que entregar a su hija para que tenga una vida
mejor. Y se reencuentran veintiún años después en el convento.
¿Justificás esas decisiones?
En la vida real hay mucha gente que da en adopción a sus hijos porque no quiere
que se les mueran desnutridos. Y es fuerte eso. Uno no puede juzgar porque la
vida es dificilísima.
¿Tu vida fue dificilísima?
Bueno, mis papás se separaron cuando yo tenía doce años y sufrí muchísimo. Todo
no me fue fácil. Las cosas siempre me costaron y tuve que trabajar mucho para tenerlas.
Se ve que mi karma es ser una luchadora. Volviendo a lo que hablábamos al
principio: todo el mundo me miraba las tetas y tuve que hacer todo un esfuerzo
para ser esta actriz.
No querías ser otra Coca Sarli...
(Risas) Yo hice una película con ella. Una que nunca pude ver por ser menor. Se
llamaba El sexo y el amor, en el 74. Mi papá era Armando Bo y me mandaba a
llevarle una torta a ella, que era Isabel Sarli. Y ese mismo año trabajé en La Mary , donde hacía de Susana
Giménez de chica. No me dejaron ir al estreno porque tenía escenas subidas de
tono.
Hoy te tocan personajes sexies, ¿te incomoda hacerlos?
No, los hago y me gusta. Pero en la vida soy tranquila. No soy histérica. No
ando buscando gustar. No me quiero hacer cargo de ninguna fantasía del otro.
Por supuesto que me pueden decir cosas...
¿Y volverías a hacer un desnudo en una película?
A esta edad, no. ¿Qué contaría un desnudo? Mi carrera pasa por otro lado, por
contar historias.
También te hubiera ido bien por el lado de sex symbol...
(Risas) No me fue tan mal, no me digas eso.
El amor. Hace 23 años que está en pareja con el
director de teatro Carlos Rivas. Tienen un hijo, Bruno, de 20 años. “Nos
llevamos bien. Mirá: fui madre hasta que tuvo dieciocho. Ahora tengo que
desandar ese camino para tratarlo como un hombre. No es fácil. Bruno es más
cariñoso que yo. De chico era muy inquieto. Tiene la personalidad del padre y
mi libertad. Toca el piano y está haciendo la carrera de composición musical en
la UCA.”
¿Por qué tuviste un solo hijo? ¿No te quedaste con ganas de
más?
No sé por qué. Viste que las actrices tienen uno o dos, es raro que tengan
muchos hijos. En un momento pensé en tener más, pero no se dio. Tener un hijo
es el acto más creativo que tiene la mujer. Y en el caso de las actrices la
libido también está puesta en el arte.
¿Se casaron con Rivas?
No, somos dos solteros que vivimos hace 23 años juntos.
¿Esa es la fórmula?
Parece que sí. Nos llevamos muy bien.
¿Seguís enamorada?
No lo cambio por nadie. Encontré a la persona que encaja conmigo.
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