martes, 30 de abril de 2013
sábado, 27 de abril de 2013
viernes, 26 de abril de 2013
domingo, 14 de abril de 2013
“TENGO MI LADO DE
DIVA
Y LA CALLE ME
CONECTA”
Impacta con su actuación en la obra “Love, love, love”. Las
marcas de la adolescencia, luchar por ideales y el síndrome del nido vacío.
Gabriela Toscano está cansada y acepta de buena gana un té
verde con jengibre. Hace días que no se siente del todo bien. “Love, love,
love”, la obra teatral que protagoniza con Fabián Vena, Vanesa González, y que
dirige su marido, Carlos Rivas, le exige un trabajo vocal intenso a lo largo de
tres escenas muy diferentes, que marcan distintas edades en su personaje, en
una trama que refleja las contradicciones de aquellos que fueron jóvenes en los
´60. Por esa sintonía generacional es que se traga su fatiga con el último
sorbo de lo que queda en la taza, y se anima a jugar a ser Sofía Loren para las
fotos: hunde las manos en la masa, se sube a las plataformas, se adorna la
cabeza con un pañuelo, llega a calzarse un corpiño arriba del vestido y (se)
engolosina con gesto sexy: “Marcello, esto es para vos. ¿Te gusta, Marcello?”.
Hace reír al fotógrafo y termina de sacudirse su propio sopor. El desparpajo le
sienta bien.
Noticias: Usted nació en el ´65 y la obra comienza en el
´67, ¿casi podría haber sido hija de esos padres hippies?
Gabriela Toscano: No, para nada, mis viejos eran
trabajadores, inmigrantes, hacían lo que podían. Se vinieron de Uruguay a la Argentina en el mismo
año en que empecé a trabajar en la tele, porque mi papá iba a tener un trabajo.
Noticias: Eso de pasar de una adolescencia idealista,
omnipotente y rebelde a una adultez en la que se es parte del sistema, es una
cuestión bastante existencial.
Toscano: Sí, quizás a esa generación fue a la que más
fuerte le pasó, porque significó un cambio rotundo, fue sacarse la corbata,
relajarse, abrir el cuerpo. Pero después, cada una de las generaciones de
adolescentes en su época tuvo que pelear algo. Ahora el mundo es muy duro para
los jóvenes. Trabajar, estudiar, ser independientes, antes era más fácil, a la
larga se podía uno comprar una casa, por ejemplo. A mí me costó mucho comprarme
una casa, lo pude hacer recién a los 30 años.
Noticias: ¿Aunque trabajaba en la tele desde los 4?
Toscano: Desde los 4, pero los sueldos no eran lo que
son. Además en nuestra profesión trabajás un año y al otro no y te comés todos
los ahorros, es como un vértigo. Pero tengo la sensación de que cada joven en
su época pelea por algo del mundo. La adolescencia es una edad crítica, donde
te marcan. Es el momento en que uno está como queriendo ser grande, ganar una
identidad para después salir al mundo.
Noticias: ¿Cómo la marcó la suya?
Toscano: Es muy loco, no sé de dónde apareció ni por
qué, ni si me lo dijeron, pero siempre pensé que yo era una chica gorda. No me
acuerdo si fue en un casting que me dijeron que no daba bien… en realidad, yo
era una chica renacentista (risas). Es muy duro, me crié muy acomplejada en ese
aspecto. Hacía dietas, usaba remeras grandes, y a medida que fue pasando el
tiempo me empecé a aceptar, pero es como raro, viste.
Noticias: Siempre queda, ¿no?
Toscano: Sí, mi cabeza está como… por eso digo que es
difícil la adolescencia, es algo que marca. Una vez una persona me contó que a
los 15 años había dicho que se iba a casar con un hombre y después no se casó
con él pero seguía insistiendo en esa relación que no funcionaba, entonces creo
que hay que tener cuidado con lo que a uno le dicen y lo que uno piensa, porque
es un momento, es para toda la vida. La vida es un acto creativo, hay que
moverse y ver qué pasa.
Noticias: ¿Cómo se lleva con sus ideales? ¿Ha sido amable
con ellos?
Toscano: Qué difícil, qué difícil porque yo, a
contramano de todo el mundo, no he tenido tanto ese problema. Sí, por ejemplo,
he tenido una crisis en la adolescencia en la que dije ¿yo elegí esto?, yo no
elegí nada. Pero después me di cuenta de que me decían que lo hacía bien,
entonces empecé a pensar: “Si lo hago bien es porque tengo algo” y entendí que
sí, que tenía algo, y ahí empecé a hacerme cargo, porque también uno tiene que
hacerse cargo de lo que hace bien ¿no? Hay gente que lo niega y se pierde de
algo. Es muy difícil para las personas encontrar el deseo.
Noticias: ¿De quién era el deseo de que fuera actriz, al
principio?
Toscano: No sé si era de alguien, mi hermana me llevó
con ella a un casting porque no tenía con quién dejarme, porque me cuidaba
mientras mis papás trabajaban. Y fuimos con la mamá de unas vecinas, quedé ahí.
Mi mamá dijo “bueno, está bien” y mi papá no se enteró hasta un tiempo después,
no le querían decir porque se iba a enojar. Después se fue tomando todo con
naturalidad. Mi mamá me acompañó hasta los 14 años, después me arreglé sola,
iba sola a grabar.
Noticias: ¿Llevaba bien esa autonomía o sentía que era
demasiada responsabilidad?
Toscano: Qué sé yo, era un plomo para mí, era tan
intuitivo todo lo que tenía que ver con la actuación, que a veces iba a grabar
y decía: “¡Uy, cómo voy a hacer esto!”. Manejarse intuitivamente a veces es
mucho esfuerzo, porque si tenés que repetir la escena, ¿cómo hacés? Yo no
sabía. Hoy todavía me falta, porque la actuación es un acto creativo y lo
creativo es siempre nuevo. Es hasta dónde uno puede desarrollar su instrumento.
Fuente ; Revista Noticias 10-4-2013
viernes, 12 de abril de 2013
“A LOS 4 AÑOS USABA
MINISHORT EN LA TELE ”
No está en pantalla pero despliega un grandioso personaje en
la obra de teatro Love, love, love. Su transformación como actriz, los elogios,
el trabajo en familia y el paso del tiempo. A los 47, cómo hace para
interpretar a una joven.
Escribe Laura Eiranova
Descomunal. Inmenso. Consagratorio. Gabriela Toscano hace
una leve mueca de pudor, pestañea, frunce la boca y, al fin, sonríe.
–Se están diciendo esas y otras palabras muy grandes sobre
tu papel en Love, love, love.
–Un poco fuerte, sí.
Los críticos teatrales fueron al diccionario de sinónimos
para encontrar adjetivos. El público, a la salida del Multiteatro, no los tiene
tan a mano. “¡Qué bien está la
Toscano !”, le grita una señora a la que lleva del brazo.
“Im-pre-sio-nan-te”, separa en sílabas la otra, mientras baja los escalones de
la sala.
–¿Te sorprenden los halagos?
–No. Porque yo vengo haciendo hace años un proceso de cambio
y de buscar personajes que me impliquen un desafío.
–¿Qué tiene este personaje de distinto a otros?
–Quizás esté mucho más relajada, pero el gran salto que me
dio estar, digamos, así es haber hecho Hamlet. Uno no puede pasar sin hacer un
gran personaje como los de Shakespeare, decir esas palabras.
Gabriela Toscano es actriz hace más de 40 años. No es un
error de cálculo. Empezó a los tiernos 4, tiene hermosos 47. Las señoras del
bracete la siguen de toda la vida. Juran que la recuerdan de chiquita en Música
en libertad, o como Iti Sabrede en Rosa de Lejos; que la aplaudieron cuando
recibió los Martín Fierro por Culpables, Para vestir santos y El puntero; que
les gustó en cine, en Las viudas de los jueves, pero que “nunca, nunca, nunca”
la habían visto tan de cerca, tan im-pre-sio-nan-te. “¿La dirige el marido, no?
¡Pero qué bien!”.
–¿Está bueno dejarse dirigir por un marido (Carlos Rivas)?
–Sí, ya hicimos muchas obras juntos: La prueba, La duda,
Hamlet; se ve que a Rivas le gustan las relaciones familiares, jaja. Es uno de
los pocos directores a los que les gusta asistir a las funciones, porque hace
una experiencia que todavía no sé lo que es, jaja, de ver cómo la obra se le va
revelando. Se mete entre medio del público y nos apoya en esa experiencia de
estar vivos, como una bandera.
–¿Después de Shakespeare no te pasó que cualquier personaje
te parece menor?
–En este caso, la complejidad de Hamlet hizo que me fuera
moldeando para hoy hacer esta Sandra, que al principio no imaginaba mucho.
Quien sí se la imaginaba y me fue metiendo en ese mundo fue Rivas. A uno, como
actor, le encanta contar historias y después vemos cómo la contamos, qué busco
en mí para hacer este pterodáctilo que es Sandra.
Sandra es el personaje central de Love, love, love junto a
Fabián Vena, dos que se conocen a los 19 años, en los revolucionarios 60, entre
sexo, drogas, paz y rock&roll; dos que después sucumben al mundo
capitalista, tienen hijos y son los hijos los que, treinta y pico de años más
tarde, les enrostran sus contradicciones, los interpelan en sus hipocresías.
Ella es, en ese arco, ciertamente un pterodáctilo, un reptil volador que arrasa
con lo que tiene enfrente. “El mundo le juega una mala pasada, pero a lo largo
de la obra la vemos sostener la ideología de la mujer libre y eso es lo que le
cuesta. Después, todo lo otro que hace es injustificable.”
–En la primera parte de la obra tenés 19 años. ¿Te costó
creértelo?
–Es una de las cosas más complicadas, hacer esa chica con
ese cuerpo y la velocidad en la que viene. Como dice mi hijo: es la convención
que hacen ustedes de los 19 años y la hacen bien. Lo bueno del teatro es que se
arma la convención, se plantea eso en el escenario y el espectador lo cree.
–Ah, tenés dos hombres en la casa opinando sobre tus
personajes. ¿Tu hijo, Bruno, también tiene buen ojo?
–Va y critica, es un buen crítico; en estos días estuvo
haciendo un reemplazo, porque a una de las chicas que dispone la escenografía
la operaron y lo mandamos a él. Había visto la obra, tiene mucha idea y nos
salvó.
–Antes les decía que si iban a hablar de teatro en el
almuerzo, se iba. ¿Ahora quiere ser actor?
–No sabemos, vamos a ver. Igual ya no hablamos tanto en
casa, sí cuando vamos a estrenar porque siempre hay mucho que corregir y eso es
divertido.
–¿Cómo eras vos a los 19?
–Era un momento de apertura en el país, veníamos de toda la
represión, había una especie de aventura, de juntarnos, de hablar, pensar qué
vamos a hacer. Anoche me junté con 11 mujeres actrices, un viejo grupo que
teníamos, “Las lolas”, que dirigía Andrea Tenuta. Estaban Carola Reyna,
Virginia Innocenti, Emilia Mazer, Andrea Bonelli, Pata Echegoyen, Cecilia Roth,
Débora Warren (y otras), hacía mucho que no nos veíamos y recordábamos que
aquella era una época de buscar qué hacer, en el arte, de buscarse uno. A uno le
costaba conseguir información, ahora hay una gran apertura: si sabés buscar y
sabés pensar y ponés la palabra precisa, seguro encontrás información
interesante; pero creo que no se puede comparar, cada uno tuvo su época y le
llegó lo que le llegó.
–Cualquier hombre hubiera huido despavorido de esa
reunión...
–Es que las mujeres somos mucho más complejas; incluso,
nuestro organismo y nuestro cerebro es más complejo, podemos hacer muchas
cosas, demasiadas. Y eso a veces nos juega en contra.
–¿Lo sufrís en lo cotidiano?
–Y… quizás me haga cargo de muchas cosas que tienen que ver
con la vida diaria. Pero se ve que nuestra naturaleza es así. En casa ahora
tenemos dos gatitos, un gato y una gata, y el otro día fui al veterinario para
darles una inyección y el gatito lloraba y ella no. Hasta en el dolor somos más
resistentes, debe ser algo compensatorio.
La primera vez que Toscano apareció en la tevé tenía 3 años.
Fue en la pantalla de Montevideo, donde nació. A los 4, cuando toda la familia
Toscano se instaló en Buenos Aires, integró Música en libertad edición
infantil, donde los nenes hacían fonomímica sobre los temas de moda. “Eran los
70, era una niña y ya usaba miniplataforma, minishort”, se acuerda. A los 9 fue
La Rotonda en
Jacinta Pichimahuida. El año pasado, la comunidad actoral homenajeó sus 44 años
de trabajo entregándole un premio Pablo Podestá en el Senado nacional. “Me
emocionó mucho, porque viene de un lugar que nuclea a los actores, a mucha
gente que conozco desde chica, y hay algo muy lindo porque veo en la mirada del
otro la niña que era y en lo que me convertí. Es como que el otro está
orgulloso de que yo me lo tomé en serio.
–¿Nunca te arrepentiste de trabajar desde tan chica?
–Se dio una cosa como de destino, si volviera a empezar no
sé, nunca tuve otro deseo.
–¿De qué se vale un chico para actuar?
–Actúa con lo que tiene, uno es un niño chico con un alma
que se está formando y actúa con eso. Hay que saber que hay que contar
historias como un cuento. Y después uno es actor como vive la vida. Yo siempre
respetaba mucho a los actores grandes, para mí era como una jerarquía, y
aprendí en bruto de ellos, están en mis células.
–En tu época no había tantos niños actores; estaban Andrea
del Boca, Marcelo Marcote, vos y no muchos más.
–Había menos chicos, y no había tanta preparación. Hoy
tienen mucha información y la actuación es mucho más relajada, orgánica,
naturalista, aunque el tono naturalista en los chicos no es muy bueno para el
desarrollo actoral, no conduce a mucho.
–No sé, como puedo.
–¿Lo sufrís?
–Por ahora no. Pasa que a veces digo “ay, quiero actuar
esto” y me pregunto “¿podré, tendré tiempo?”. Por suerte, en el teatro no hay
un tiempo tan verdadero como en la tele, que si tenés que hacer de una de 20 no
podés.
Agradecimientos: Hotel Nuss Buenos Aires Soho y Carolina
Müller.
Fuente : Revista El Guardian > Miércoles 10.04.2013 - Edición N °
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