lunes, 18 de febrero de 2013
Gabriela Toscano, teatro como en el teatro
“No es fácil hacer
temporada en Buenos Aires”
Por Tomás Eliaschev
Subió al escenario con Love, Love, Love, junto a Fabián Vena.
La libertad del flower power y los límites de la ficción.
Gabriela Toscano pasa el verano en la ciudad de Buenos
Aires. Se la ve apasionada con la obra en la que está actuando y que dirige su
pareja, Carlos Rivas. Love, Love, Love está en escena desde hace un mes en el
Multiteatro, en la porteñísima avenida Corrientes al 1300. Llega puntual a la
cita, ataviada con una remera de un símbolo de los ’50, Elvis Presley. Se la
regaló su hijo de 10 años. El rostro, cubierto con gafas oscuras. No luce con las
ropas coloridas que se destacan en el primer acto de la obra, donde la afamada
vestuarista Renata Schussheim recrea la época a la perfección. Toscano recibe a
Veintitrés en su barrio y acepta la invitación a sentarse en un banco, debajo
de la amable sombra de un árbol del Parque Saavedra, poblado a esa hora sólo
por persistentes cotorras que se camuflan en el verde de la vegetación.
Prefiere no hablar de política, aunque lo hace, aun sin
decirlo. Sencilla y simpática, a Toscano se la ve como alguien muy alejada de
la frivolidad y el egocentrismo que a veces aqueja a algunos actores. Lo mismo
se constata en su cuenta de Twitter @latoscano1ra. Allí se define como “actriz,
actriz y nada más que actriz” y se pueden constatar sus influencias
shakesperianas en lo actoral y spinetteanas en lo musical. Sus últimas
incursiones, tanto en teatro como en televisión, fueron exitosas. Hizo de
Clarita en la tira televisiva El Puntero, actuación que le valió un premio
Martín Fierro como mejor actriz protagonista de unitario y/o miniserie,
galardón que muchos consideran que debería haber ganado antes con Mujeres
asesinas y Amas de casa desesperadas, en 2007. También interpretó Hamlet, la
metamorfosis, dirigida por Rivas en base al clásico de William Shakespeare.
Siempre con excelentes críticas. Ahora compone a Sandy, junto con Fabián Vena
que hace de Dany. Conforman un matrimonio cuyas vidas actúan en tres momentos
definitorios: el mítico año ’67, la gélida década de los noventa y el presente.
Ella nació en la época en la que transcurre el primer acto de la obra, que es
una creación del joven director inglés Mike Barlett. Y eso, dice, le da
libertad para ser creativa a la hora de interpretar ese momento fundacional de
la cultura contemporánea.
–¿Cómo les está yendo con la obra?
–Nos está yendo bien, estamos arrancando con el público de
enero y febrero, esperamos que vuelvan todos de las vacaciones. No es fácil
hacer temporada en Buenos Aires. Nos va bien con las críticas. La obra
funciona, a la gente le gusta muchísimo, trata sobre un tema muy interesante.
Como transcurre en épocas diferentes, a la pareja se la va a ver en su
crecimiento, cómo va creciendo. Se conocen en plena época donde se llevaba a
cabo esa revolución que implicaba decir “nosotros vamos a cambiar el mundo”. Después
se ve cómo el mundo los cambia a ellos. El tema es cómo uno es responsable de
sus propios ideales, con sus hijos, con el país y con el mundo. Lo que tiene la
obra es que es políticamente incorrecta, es impredecible lo que va a pasar.
–El público se siente muy interpelado, ¿por qué cree que se
produce esta respuesta?
–Estamos muy sorprendidos con lo que le pasa al público, es
como si estuviera viendo la obra y no pudieran evitar comentar lo que está
sucediendo. Es algo que les sale. Se produce un ida y vuelta, de cierta manera.
Creo que esto se produce por la relación que tienen ellos con los hijos. Son
personas que han sido muy libres en el ’67 y lo siguen siendo. Pero ahora,
tanta libertad no les sirve para criar a sus hijos. Mi personaje dice “yo tengo
la boca como un tren”. No tiene filtro. Es muy interesante. Pasa de todo en la
obra, en el primer acto es muy interesante todo lo que tiene que ver con la
liberación sexual de las mujeres. Hacían lo que querían, se vestían como
querían. También está el tema de los vicios, en esa época había mucha
experimentación, la idea de tener aventuras. La gente comenta, porque lo que
hacemos es una experiencia en el escenario. Hay algo universal en la obra.
–¿Vieron la obra en Inglaterra o algún video?
–No vimos nada, Carlos eligió esta obra porque tiene que ver
con su generación, le interesaba cómo este pibe joven, Mike Barlett, que tiene
32 años, hacía esta crítica a estos que iban a cambiar el mundo. A estos
egocéntricos que tenían el mundo en sus manos. Y muestra lo que el mundo hace
con ellos, y qué hacen ellos con el mundo y con los hijos. Al final de la obra
la hija viene a reclamar que le compren una casa. La obra es difícil de
explicar porque aparecen muchísimos temas, la confianza entre la pareja, la
infidelidad, eso de hablar todo delante de los hijos. Cualquier espectador que
se siente a verla se puede identificar porque son temas universales.
–¿Qué le pasa a usted con su personaje, hace un paralelo con
su vida?
–Por lo general no hago un paralelo con mi vida en las obras
en las que actúo. No hago un paralelismo, una comparación. Al estar distanciado
en la época, tengo mucha libertad, me permite ser más creativa. No me involucro
emocionalmente con lo que ha sido mi vida.
–¿Pero se siente identificada con esa década en la que
nació?
–No sé si me siento identificada. Ellos estaban haciendo una
gran experiencia. Es envidiable. Nosotros ya tuvimos todo eso que consiguieron,
no tuvimos que luchar para obtenerlo. Ellos hicieron el quiebre con el viejo
mundo. Rompieron con el mundo de las estructuras, del casamiento, de la
familia, de la religión. Se fueron hacia el nuevo mundo, ese mundo en el que
toda la ropa es suelta. Ya había pasado un poco esto, en el 1900 empezó a
cambiar un poco, pero esto fue el nacimiento de la unión de la gente
masivamente. Indudablemente, en el ’67, cuando matan al Che Guevara y después
que empieza la primavera de Mayo del ’68, y suceden un montón de cosas. Termina
con Woodstock en el ’69. Era la primera vez que se comenzaba a juntar
masivamente la gente y a protestar y a decir lo que querían. Es envidiable,
estos tipos que fueron a Woodstock se desnudaban, se bañaban en barro. En los
festivales de ahora no sé si se hace tanto. Lo harán para la cámara.
–¿Qué posición toma en este momento den que los artistas son
interpelados políticamente, como se vio con la polémica ante las declaraciones
de Ricardo Darín y Federico Luppi?
–Por lo general no hablo de política. Considero que hago
política con mi actitud hacia el trabajo. Me lo tomo de determinada manera, con
seriedad, y hago lo que me gusta. Creo que cada uno tiene que elegir según lo
que ve y lo que la conciencia le dicta. No quiero influenciar a nadie, más
siendo una persona que a lo mejor puede tener alguna influencia. Quiero que
cada uno crezca solo en ese aspecto. No tengo por qué influenciar al otro.
Puedo sí tener conversaciones con mis amigos, pero eso es privado.
–Pero por ejemplo en El puntero se trató un tema bien
político, ¿qué consideración hace al respecto?
–Tenía que ver con algo político. Pero no teníamos por qué
estar en el medio, ni de un lado ni del otro. Es como si quisieras hacer a
Hitler. ¿Qué, no se puede interpretar a Hitler? Lo pongo como extremo. A eso me
refiero: un artista puede interpretar lo que quiera, porque lo que hace es
hacerle recordar a la gente cómo es la vida. Igual, en El puntero no se trataba
sobre cosas que estuvieran sucediendo. Sí se refería a algunas cosas que
dispara en la gente algo que podía ser parecido a lo que sucede. No había
políticos con nombre y apellido. Simplemente se contó una pintura de algo de lo
que podía pasar en ese mundo. Además, era una historia de amor, de esa mina que
lo bancaba al personaje de Julio Chávez. Un amor que también tenía que ver con
la militancia. Fue una hermosa experiencia filmar en la villa de Tigre, un
hallazgo de la producción. Eso es lo que hace la ficción. La ficción no es la
realidad. Todo lo que hace la ficción es exprimir lo que es la vida, te muestra
la esencia de algo, no todo tal cual es. Te hace imaginar. En la ficción, la
otra parte, que es imaginar, le corresponde al público.
Fuente: Revista VEINTITRES 13-2-13
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