PARA VESTIR SANTOS
Griselda Siciliani, Celeste Cid y Gabriela Toscano protagonizan el unitario más prestigioso de la televisión. Qué dice el director Barone.
Por Diego Grillo Trubba
Descanso. Las chicas hablan de ropa, de fútbol y hasta de lo caras que están las cuotas de las escuelas privadas.
Uno de los primeros elementos que llaman la atención al entrar al edificio que Pol-ka posee en Jorge Newbery al 3700 es que, en el pasillo que conduce al estudio donde se graba Para vestir santos, hay una bandeja con facturas. Quien conoce el ámbito sabe que a poco de servirlas esas bandejas se vacían a velocidad luz. Uno se pregunta, entonces, cómo es que sobrevivieron esas facturas con crema pastelera. Y recuerda, entonces, que Para vestir santos está protagonizada por Gabriela Toscano, Griselda Siciliani y Celeste Cid. Un unitario que aborda el mundo de la mujer. Y uno piensa en las dietas y cree comprender la supervivencia intacta de las facturas. Sin embargo, al ingresar al estudio donde se construyó el decorado de la casa de tres hermanas, todo un universo femenino –en especial desde que falleció el tío–, la primera sorpresa es que, salvo las actrices, una Gloria Carrá flaquísima y un par de chicas de producción, son todos hombres. Podría decirse, entonces, que el universo femenino de Para vestir santos es una construcción masculina. “Este es un equipo que está trabajando desde hace mucho, y nos conocemos”, explica el director Daniel Barone, “vamos de unitario en unitario.”
Otra sorpresa: en un programa con ribetes románticos que se permite incluso algún número musical, nos toca ver una escena de acción. Gabriela Toscano está de rodillas mientras la rodean actores secundarios y Barone indica las motivaciones de cada personaje. “Acordate que vos a él lo conocés”, le dice a Gloria Carrá, “así que tratalo con cierta familiaridad.” La escena incluye a un prestamista que reclama su dinero, a una Toscano que adeuda, a una Cid que romperá el chanchito y a una Siciliani que será golpeada mientras alguien grita “¡cuidado, está embarazada!”. La embarazada es el personaje, para desilusión de la prensa chimentera.
Mientras Toscano continúa de rodillas, Celeste Cid masca chicle y se acerca a uno de los técnicos. Va a pedir algo que no se alcanza a escuchar, pero sí el discurso previo, cargado de ironía:
—Yo necesito mucho apoyo, vos sabés. Necesitaría que me ayudes, que me des un apoyo...
Lo que en otra situación desataría una infinidad de bromas de doble sentido, en este estudio se toma con naturalidad, como si fuera usual que Cid solicite apoyos. Tanta es la naturalidad que los técnicos retoman su charla sobre el partido de fútbol que deberán jugar y Toscano les pregunta desde el piso –sigue de rodillas, pobre– cómo van en el torneo. Alguien le cuenta algo de sus hijos, de la escuela privada a la que van. “Están todas saladitas”, dice Toscano para referirse al precio de la educación privada.
La escena debe repetirse una y otra vez. En todas, a Toscano la empujan y cae de rodillas. “De acá me voy a
Para vestir santos ocupa el sitio en la grilla horario de El Trece que el año pasado era de Tratame bien. “Siempre pesa el unitario anterior”, reconoce Gabriela Toscano. “No sabíamos cómo iba a reaccionar el público con esta propuesta. Tratame bien tuvo mucho prestigio y se le dio mucha prioridad, y nosotras tuvimos que venir a remarla.”
Detrás de ella, Daniel Barone le indica a un camarógrafo que la siguiente escena debería tomarla cámara en mano. En seguida se detiene, se rasca la cabeza y le pregunta al camarógrafo: “¿Vas a poder, vos que estabas mal de la rodilla?”. Barone parece estar en todo. Se maneja como si cuidara a todos los presentes. Reconoce que cada noche escribe con lápiz en un papel el trabajo del día siguiente, que le gusta tener todo bajo control. “No sé si estar en todos los detalles es el laburo del director”, reconoce, “me parece que es una deformación de padre.”
—¡Ay, qué linda cartera! –grita de repente Gloria Carrá–. ¿Es tuya o del personaje?
—Es mía –dice Siciliani–. ¿Viste qué linda?
Enseguida se acerca Celeste Cid, Siciliani elogia sus zapatos negros. Comienzan a hablar de ropa, de compras. Evidentemente, aun en un ámbito donde la amplia mayoría sean hombres –que incluso se adaptan en comer pocas facturas con crema pastelera–, las damas tarde o temprano derivan a sus temas predilectos. Como en cualquier trabajo.
La “ casi industria” de la tele
De un tiempo a esta parte, los productores hablan de la “industria de la tele”. Hablar de ella implicaría, claro, que existe. “En un momento en Pol-ka se producían dos tiras diarias, dos unitarios y se producía Amas de casa desesperadas para Colombia, Miami y Brasil y se estaba preparando Epitafios
Fuente: Diario Perfil 16-10-10
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