miércoles, 18 de junio de 2008


ENTREVISTA A GABY: REVISTA RUMBOS



Por Martín Artigas
Llega apurada y se disculpa una y otra vez. Explica que un embotellamiento la retuvo casi quince minutos, y protesta porque en el medio del atascamiento se ligó el insulto de un taxista. “¿Cómo voy a avanzar si el de adelante está parado, y el de más adelante también?”, pregunta ofuscada, al tiempo que comienza a caminar sin percatarse de que de su bolso van cayendo papeles, un lápiz de labios, una birome… No se trata de una escena de Amas de casa desesperadas, la serie televisiva que la tuvo como protagonista el año pasado. Es, más bien, un día cualquiera en la vida de Gabriela Toscano.

El camarín, tenuemente iluminado, carece de colores, extravagancias y ornamentos. Apenas unas pocas fotos y una nota de bienvenida de sus compañeros de elenco se distribuyen a lo largo de un espejo, y dan las únicas pistas de que no se trata de un cuarto deshabitado del Liceo, el teatro más antiguo de la ciudad de Buenos Aires. Es allí donde cada noche de función, la actriz comienza su metamorfosis hacia la hermana Luisa, el personaje que interpreta en La duda.

La propuesta para ponerse en la piel de esta monja llegó a fines del año pasado a manos de su marido y director de la pieza, Carlos Rivas. Tras una primera temporada exitosa, Susú Pecoraro decidió renunciar al papel para dedicarse de lleno a un proyecto televisivo, y hacía falta un reemplazo que esté a la altura de las circunstancias. “Tenía un mes nada más, y la verdad es que eso es muy poco tiempo para preparar un personaje, y mucho más siendo la protagonista. Fue un desafío muy grande para mí”, explica la actriz.

-¿Cómo es la hermana Luisa?

-Es una mujer muy sufrida, más allá de que la gente la vea muy dura, es una mujer que ha perdido a su marido en la guerra. Está sola y se va quedando más sola a lo largo de la obra. Por eso, a pesar de ser tan rigurosa y tener un humor bastante irónico, conmueve. Ella, como directora de un colegio religioso, se pone sobre sus espaldas una misión, y esa misión es la integridad de los chicos. Tras eso va a ir, y a todo el que se interponga va a tratar de hacerlo caer.

-Al igual que en La prueba, te toca encarnar a una mujer que debe luchar contra determinadas estructuras y convencionalismos. ¿Te sentís identificada en algún punto con ese tipo de personajes?

-No lo había pensado así, pero es cierto. En La prueba debía enfrentar al machismo reinante en el mundo de las matemáticas, y en La duda surge el tema del rango inferior que tienen las mujeres dentro de la Iglesia. Pero no me identifico en ese aspecto. Es verdad eso que dicen que a las actrices se les paga menos y se les exige que cuiden más el cuerpo. Pero yo no lo vivo tanto así. Quizás tiene que ver con que empecé a trabajar desde muy chica, entonces como que ya tengo mi lugar ganado.

De niña a mujer

¿Cómo llegaste a la actuación?

-Empecé a los cuatro años. En ese momento mi familia había dejado mi Uruguay natal para instalarse en Argentina, y como mis padres trabajaban, era mi hermana la que me cuidaba. Un día, unas amigas de ella la inscribieron en un concurso de televisión que se llamaba Música en Libertad Infantil, en el viejo Canal 9 y me llevaron a mí también. Yo empecé a bailar y fui quedando, pasando las distintas instancias. Nunca supe cuántos chicos éramos, pero según mi mamá, había un montón, dos mil, una cosa así…

-Así comenzó tu carrera…
-Claro, después de eso empecé en Alta Comedia. La verdad es que, por entonces, no había muchos chicos que trabajaran. Y para mí era como un juego pero también me insumía mucho tiempo, tenía que faltar al colegio…. Pero bueno, se fue dando naturalmente. Además, era apasionante porque en la tele se hacían muchas cosas de época, entonces también tenía el encanto del disfraz.

- ¿Cuándo dejó de ser un juego para convertirse en vocación?
-Yo creo que a partir de los veintipico. Ahí asumí que tenía un don para desarrollar. Hasta ese momento, la actuación era más bien una cuestión intuitiva. Es muy raro crecer dentro de una profesión, porque las vivencias de la vida te van modificando mucho. Por eso, después de sufrir en la adolescencia porque “yo no había elegido la actuación” y ese tipo de cuestionamientos propios de la edad, dejé de hacer tiras, empecé a hacer programas unitarios y a ser más selectiva con los trabajos.
-En esos momentos de crisis ¿se te cruzó la idea de dedicarte a otra cosa?
-No, la verdad que no. Fantasear, fantasee con un montón de cosas, pero después pensaba “¡pero si yo no se hacer nada!”. En un época, por ejemplo, quería ser maestra jardinera, estudiar algo, pero no… Además, yo siempre digo que siendo actriz, una puede ser de todo, puede tener cualquier profesión. En el sentido de actuarla, no de serlo.
El poder de elegir

Gabriela se muestra muy segura de sí misma. Mira a los ojos cuando habla, y parece disfrutar de explayarse en sus respuestas. Tiene en claro quién es y hacia dónde va, y ha sabido marcar y hacer respetar el límite entre lo público y lo privado a lo largo de sus más de 35 años de actuación. No hay escándalos alrededor suyo ni tampoco necesidad de provocar.

-¿Cómo elegís tus papeles?
-Es difícil porque yo creo que uno tiene que ofrecer y se tiene que ir renovando todo el tiempo en la profesión. A veces, el que quiere crecer con vos te “aguanta” el cambio, y el que no, te quiere ver haciendo siempre lo mismo. Uno va eligiendo y dice “esto lo hago porque me conviene y dentro de seis meses puedo hacer algo que me guste”. Es económicamente complicado vivir de la actuación, y mucho más dentro de una línea de conducta.

-¿Cómo lográs conservar tu intimidad en un medio tan invasivo?

-Yo creo que lo que tengo como actriz es mi mundo, es lo más íntimo que yo poseo. Entonces si quieren mirar por el agujero de una cerradura, me van a ver a mi actuando y me van a conocer como soy. Me parece muy bajo, muy obvio tener que portarse mal y ventilar intimidades para darse a conocer. Eso no tiene que ver con lo artístico, sino con un medio que vende y compra cosas. Dentro de esas reglas de juego, yo me acomodo queriendo ser un artista. No es un trabajo fácil, pero es posible.

-¿Qué proyectos tenés para este año?

-Voy a estar en el primer capítulo de Mujeres asesinas, junto a Adrián Suar, Dolores Fonzi y Carlos Belloso. Además tenemos pensado hacer una gira por el interior del país con “La duda”.

-¿Se hace la segunda temporada de Amas de casa desesperadas?

-Se iba a hacer en abril pero se pospuso para septiembre. La verdad es que sería bueno tener una revancha, que fuera en un horario fijo y se pudiera disfrutar un poco más. Fue una muy buena experiencia. Hubo mucha presión al principio por el hecho de hacer una remake de lo que fue un éxito en Estados Unidos y tratar de adaptarlo y al mismo tiempo respetarlo. Se trabajó con un humor diferente, muy distinto a lo que estamos acostumbrados a ver. Pero pienso que los cambios horarios desestabilizaron un poco al programa. Aún así, tuvimos una media de 18 puntos de rating, que a esa hora de la noche es mucho.

-¿Cuál es tu mirada sobre la televisión actual?
-La tele está muy infantil, con muy poco compromiso. Pero, a lo mejor más adelante la gente se empieza a cansar de algunos productos y cambia. En este momento, la mayoría no elige programas para pensar. Por suerte, yo tengo el poder del control remoto en mi casa, y puedo decir “esto no lo quiero ver, estoy perdiendo el tiempo y mi vida es demasiado valiosa como para estar espiando la vida de otros”.


Sin dudas

Luego del éxito teatral de La prueba, Carlos Rivas volvió a apostar a una pieza ganadora del Pulitzer: La duda, de John Patrick Shanley. Y no se equivocó: protagonizada por Gabriela Toscano, Fabián Vena, Magela Zanotta y Silvia Baylé, la obra obtuvo varios premios, buenas críticas y aceptación por parte del público.

El relato se sitúa en un colegio religioso neoyorkino, en 1964, y narra la búsqueda de la directora de la institución tras ser alertada acerca de las actitudes sospechosas que ha desarrollado el cura párroco con uno de sus alumnos. Una búsqueda que mantiene en vilo no sólo a sus personajes, sino también al público. “La historia consigue hacerte dudar acerca de si el padre Juan es culpable o inocente”, afirma Gabriela Toscano. “Muchas veces, la percepción de la gente cambia de acuerdo a cómo hagamos la función. Con un gesto o una entonación basta para que la balanza se incline para un lado o para otro, por eso tenemos que corregir continuamente con mis compañeros y el director”.

Sin embargo, para ella, Rivas no es sólo “el director”, sino también su pareja desde hace casi quince años. “Ya hicimos La prueba juntos, así que esta es nuestra segunda experiencia. La verdad es que me encanta trabajar con mi marido” dice, desentendiéndose de porqué a todo el mundo le provoca tanta curiosidad que un matrimonio pueda compartir espacios laborales. “A veces discutimos sobre lo que hacemos, pero es una persona a quien admiro mucho como director, porque sabe contar una historia y sacar lo mejor de vos”, explica.

“Quiero hacer más cine”

“Para contar una historia, tenés que lograr que tu ego de actor no te supere, porque si empezás a actuar regodeándote en tu trabajo, se pierde de vista el verdadero objetivo: hacer que el público reflexione”. Esa es la manera en que Gabriela Toscano entiende la profesión. Una profesión que viene forjando desde aquél primer baile ante las cámaras de canal 9, a los cuatro años.

Montevideana de nacimiento, la niña desembarcó inmediatamente en una televisión argentina ávida de talentos infantiles: entonces eran Andrea Del Boca, Marcelo Marcotte y Pablo Codevila quienes hacían furor en novelas y telecomedias. Así, durante los ‘70, Gabriela trabajó en publicidades, hitos televisivos como Jacinta Pichimahuida, la maestra que no se olvida y Alta Comedia, y películas como Los chicos crecen, junto a Luís Sandrini, y La Mary, donde interpretó el papel de Susana Giménez de niña.
Pero la chica quería más, y en la adolescencia se animó a trabajos más “jugados” en cine: tuvo papeles en las innovadoras “El exilio de Gardel” (1985) y Sur (1988), de Fernando “Pino” Solanas. En teatro, se destacó en obras como Madera de reyes, La gaviota, y en la exitosa La prueba.

Ya en su adultez, la participación en programas como Primicias, Culpables y Son Amores le otorgaron popularidad y reconocimiento, pero a la vez parece haber rezagado a la actriz de cine. “Me encantaría hacer más películas. Es como una asignatura pendiente. Creo que estoy en un momento en el que tengo ganas, y si llega el papel, será muy bienvenido”, cuenta.


FUENTE: Abril de 2007, Revista Rumbos

No hay comentarios.:

CANAL DE VIDEOS EN YOUTUBE